Hace dos años desde el instituto me ofrecieron la posibilidad de participar en un proyecto Erasmus relacionado con la construcción de ciudades sostenibles, tras conocer de que trataba el proyecto acepté sin ninguna duda.
Concretamente en la movilidad de Estonia, movilidad a la que yo iba a acudir era donde se desarrollaría la parte arquitectónica del proyecto. Realizamos diferentes actividades, entre ellas modificar un parque, construir una maqueta y acudir a diferentes charlas sobre urbanismo y arquitectura.
Lo que más me llamó la atención de toda la movilidad, fue la constricción de la maqueta especialmente la parte del diseño, pues nos repartieron un folio y con este debíamos recortarlo y doblarlo de modo que luego al desplegarlo quedara una forma abstracta que finalmente sería nuestro edificio. Fue muy curioso como a partir de un simple papel doblando y recortando, fuimos capaces de crear cosas magníficas.
Primera idea del edificio tras manipular el papel
Después de darle un par de vueltas a la forma, debía elegir que tipo de edificio sería, en ese momento, me acordé que la estación de buses en la que bajábamos todas las mañanas estaba un poco deteriorada, por lo que me pareció buena idea renovarla, al fin había encontrado una utilidad para mi edificio.