TIEMPO

Por suerte o por desgracia siempre vamos corriendo a todas partes, muchas veces, tan rápido que no somos capaces de parar, levantar la mirada y observar lo que se encuentra a nuestro al rededor, por eso mismo digo por suerte o por desgracia, porque por desgracia no observamos nuestro al rededor pero por suerte, el día que al fin lo hacemos, disfrutamos de este momento como si fuese único, momento que probablemente tarde en repetirse.

Por desgracia, es domingo por la tarde- noche , concretamente las 20:30, el tren empieza a detenerse y desde las ventanillas, ya se pueden distinguir los diferentes edificios que se encuentran rodeando la estación. Han pasado unos minutos, minutos suficientes para no lograr llegar al metro que nos lleve de vuelta a casa, salimos corriendo del tren, corriendo entramos en la boca del metro y corriendo bajamos las escaleras mecánicas con tal de poder alcanzar el metro de las 20:45, y con este ya va otro domingo más que no somos capaces de pararnos delante de la estación y observar a nuestro alrededor.

Por suerte, acompaño a mi compañera de piso al centro de Valencia, y por suerte y solamente suerte, acabamos delante de la estación del norte, no tenemos prisa, nos es indiferente perder 10, 15 o incluso 20 minutos observando ese precioso edificio que semana tras semana ha pasado inadvertido para nosotras.

A simple vista parece un edificio antiguo, podría tratarse de un edificio del siglo anterior, seguramente pertenezca al modernismo valenciano, pues en su fachada es clara la presencia de naranjas, vegetales y flores de azahar, elementos característicos de la agricultura valenciana, me he fijado que en los remates de las marquesinas se encuentra el escudo de la ciudad una y otra vez, pero todo esto, son simples suposiciones que saco, tras haber dedicado unos minutos a alzar la mirada y observar todo aquello que me rodea.